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LAZARA ELVIRA GARCIA MORA

CANTO EFIMERO AL HOMBRE EN TRES TIEMPOS.

Me llamò con grandes gritos que me enervaron y bajè las escaleras con el salto de la sangre y la lengua dispuesta. El pretexto de una llave olvidada bastò para que mis ojos se agrandaran de ira;los suyos se inyectaron de sangre. Siguiò gritando y consciente de mis pocas fuerzas y de mis muchos odios, le crucè el rostro con el dorso de la mano. Me golpeò como suelen hacerlo los halteristas que guardan rencillas, me derribò y notè que un chorro caliente me corrìa muslos abajo, como en los dìas de infancia. Me levantè escupiendo sangre y comprobè que unicamente mi lengua no estaba magullada: continuè insultàndolo hasta verlo pasear su pesadez con pasos de fiera, luego se fue, corrì a gritarle al mundo su barbarie y mostrè orgulllosa los hematomas y el trauma facial. Mi madre terminò llorando y maldiciendo: yo sonreì cìnicamente y dije : !muera el hombre!.

Su rostro cetrino me mira buscando un punto donde yo no haya sido golpeada; me acaricia y me dice que resolveremos el problema, que estarà a mi lado siempre. Me trae tabletas para el dolor y se muestra nervioso, insiste en que yo coma algo y termino abrazàndome a èl: ùnico apoyo desde que fuì aplastada por la bota de un dèspota, entonces le digo que su sonrisa es el mayor encanto y que su nombre es egipcio: èl se llama igual que el dios sol y es el sol quien ha curtido la mulatez escondida de su piel. Tengo un amigo, me siento protegida y suspirando de alivio digo: !Viva el hombre!.

Tenìa puntos luminosos tras las gafas, y sonrisa infantil. Su barba era entrecana, pero nadie hubiera creido sus cuarenta y seis años si no los confiesa. Me acariciaba el brazo y me insinùa un posible abrazo: yo me dejo hacer; mis hematomas me suplican que necesitan besos, y nos vamos a la habitaciòn del hotel a desnudarnos de desconocimiento y a hacernos ìntimos entre el estrecharnos y sonreir alucinados. El pedìa cariño por los poros; yo clamo por èl de cuerpo entero;pero llega la hora de despedirnos y me besa los cardenales mientras recoge su ropa: la guagua espera. Nos sentaremos en el parque abrazados y nos llamaremos mutuamente cariño, pero solo por ese instante alargado en que nos perdemos.

Se va el òmnibus, mi mano aùn resiste y protesta entre las suyas, un ùltimo beso y una promesa futura. Sonrìo comprensivamente y comento:

Es bello el hombre.

Un hombre me golpèa, otro me levanta y un tercero me acaricia y todo en breves fintas que cabrìan en el espacio de una hora. Apenas una hora, brevìsimo protozoario del tiempo: El hombre es efìmero.

Lema: Tengo constancia de lo efìmero de las cosas.

 

Sueños veraces.

28.11.93

Ibas en un corcel fustigando de cerca la noche. La noche gemìa y tù tenìas los ojos cual teas. Robabas minutos al tiempo estelar, te hacìas luna y en tus pestañas habìa escarchas de nubes. Tu corazòn bombeaba sangre caliente a los cuatro puntos cardinales y yo estaba justamente en el norte.

Frìa, mi soledad me envolvìa en una campana de hielo (te he oido gritar en los templos y me estremecìa todo eso) y tù gritabas con voz que rompìa las raìces de los àrboles: !dàmen vida,dàmen carne! (¨gritabas tù o tu espada vengadora?). Tu grito me devolviò a mis cauces de espanto y hoy tu presencia me infunde otros  nimos que... (sè que cantas al borde de mi cama, sè que me miras con dos luceros tristes, sè que te pertenezco desde antes de tener voz). ¿Quieres que te confiese que te amo?. De acuerdo, confieso, lo grito: siempre te amè (fuì hace tiempo novia del aire;era el aire quien me susurraba las ternezas que yo no oìa de labios de ninguno, era el aire quien a veces me rozaba el labio, otras me levantaba la falda) te amo aunque ni siquiera tenga la conciencia de la gravedad de mis actos (por otra parte no tengo miedo; tu amor y tu probable egoismo son flores del altruismo màs puro, pues tù eres arcano de luz) de modo que heme aquì, con la verdad erguida. !Ay, jinete de la noche!...!eras tù el que yo buscaba cuando me abandonò la aurora!... !tù, tù mi señor, tù el rey que con su vara ordena y manda y entrega una flor cual recompensa ! Tù, rayo del alba, filo que ha de cortar mis tritezas como mal que el cirujano separa. Sì, lo grito, tienes que saberlo. Tienes que saber que te amo y que en desesperado esfuerzo por encontar tu estirpe, me entregarè a otros hombres y les dar‚ hijos, pero nunca estuvo màs cerca tu muerte de la vida misma, y nunca muriò una muerte màs negra la de la voz del mal, porque un amor bendecido por EL DE LOS MUCHOS NOMBRES, me ha besado las heridas sangrantes.

Regàlame una sonrisa y el azul de tus ojos, regàlame el recuerdo de una melodìa hermosa. Mi hijo llevarà tu nombre, mis amantes llevaràn tu nombre, la noche llevarà tu ropaje y mi alegrìa tendrà tu bendiciòn... aunque yo nunca lo confiese.

Amàn.

 

7 DE FEBRERO DE 1995

El diecisiete de diciembre yo cumplì treinta y tres años, antes me habìan dicho (colijo que el falso profeta que tanto daño hace) que me harìan un regalo maravilloso, he aquì los sucesos del dìa susodicho.

Como siempre me levantè a dar mi recorrido habitual, portando la cartera de cuero que me habìa regalado mi excuñado, y me dirigì hacia la casa de mi padre.

El dìa estaba esplèndido y yo esperaba el regalo con impaciencia y con dulzura por venir de quien amo, que es Nuestro Señor. Ahora comprendo que fuè una ironìa y no de Jesùs, sino del falso profeta al servicio del diablo.

Escuchè por radio una canciòn que decìa " que el todopoderoso te acompañe, porque eres buena,y me alegrè en mi fuero interno,luego vino a mi la palabra de nuestro señor que me dijo con dulcìsima voz,que lo prometido es deuda,y por coincidencia, la canciòn decìa casi lo mismo, era la primera vez que oìa esa canciòn, el Señor me reiterò su Amor al que yo siempre respondì cantàndole Gloria en mi fuero interno, pero tan pronto yo salì de casa de mi padre, empezò la vieja odisea: la tierra tuvo desde entonces un magnetismo espantoso que me atraìa de contìnuo, algo tiraba de mis entrañas, la cartera de cuero, con tener casi nada adentro, tiraba de mi con un magnetismo tal,que dirìase cargada con un ladrillo. Notè que a mi paso se habrìa,detràs de mi una grieta casi inperceptible,pero palpable, y mis pisadas se hundian como si el asfalto fuera de goma, en varios sitios comprobè que estando yo parada,se hundìa el suelo.

Las voces que me perturbaban en ese momento, eran las mismas que desde hacìa años no me dejaban en paz (sè que los siquiatras dirìan que es natural puesto que yo tengo rasgos paranoides segùn ellos, pero la paz que yo siento ahora, no me la han dado precisamente las pastillas), el diablo me decìa: " Vas a decir que el padre es cruel , porque vas a sufrir tanto que lo aborreceràs ", pero el Espìritu Santo me diò una visiòn, y vì al Cristo, inmenso, con una espada clavada en el corazòn de la tierra, es decir en el nife estaba clavada la espada del Señor, y supe que la tierra podìa ser destruìda por un inmenso terremoto que podìa ramificarse por otros paìses y aùn aquì en Cuba. Esa noche cual no fue mi sorpresa cuando notè que las paredes de mi edificio ondulaban como si quisieran aplastarnos, el piso me parecìa inclinado, y algo peor mis zandalias nuevas que me habìan regalado, se pegaban al piso, de modo que me costaba mucho andar.

Por la noche la sensaciòn de aplastamiento no me dejaba dormir, tambièn mi madre lo sentìa, pero de otra manera, estaba perturbada y vi en sus ojos que pensaba ya en el siquiatrico como una salida, pero yo tenìa esperanzas de que esto no fuera. En los dìas 18 y 19 se agudizò el problema, yo no tenìa paz, la tierra seguìa ondulando a mis pies, tuve que abandonar la cartera en un lugar donde habìa una reuniòn (lo hice asì a propòsito, era una forma de decirles que algo los amenazaba, no solo a mi, ademàs tenìa la esperanza de que alguien estudiara lo que pasaba, para mi la cartera estaba totalmente magnetizada, ten¡a como testigo a un joven, esposo de Niurka, la de los Milton en la calle de ayllòn, a ‚l le estuve leyendo la palabra que me dictò Jesùs el 27 de Noviembre. El estuvo de acuerdo en que la cartera pesaba muchìsimo).

Desde hacìa mucho tiempo yo sabìa que el maligno querìa recluirme en el siquiàtrico porque asì se lo habìa oido decir, y a sus desesperados esfuerzos por no ser derrotado, respondìa yo con escupidas en tierra. No obstante Nuestro Señor habìame dicho que yo estarìa en el Hospital sòlo una vez màs y luego, ya nunca màs, pero el maligno querìa encerrarme allì de por vida, yo lleguè a pensar que el ingreso era para mi vecinita Yolidaine, la cual yo querìa ver sana y saludablemente casada, y le habìa dicho que ingresarìa una vez màs, y en efecto ingresò, pero para morir en mis brazos unos dìas antes.

Los dìas 18 y 19, sobre todo el 19, la ondulaciòn de la tierra se me hizo tan insoportable, que empecè a revisar nuestro apartamento con atenciòn, y se que de nuevo van a hablar de paranoia, porque notè miles de trampas para matar en el edificio, un cable pegado a una cerca de pùas que podìa elèctrizar toda la cera, el motor de la turbina que contribuìa a desestabilizar la y  de por sì ondulante pared del edificio,y donde quiera que yo estaba, un cable elèctrico. En la ducha, el agua, las llaves del agua, tenìan corriente, lo que màs se notaba en la llave de dentro de la caja del inodoro, pues allì sì habìa corriente, y se sentìa en las manos, estando en casa de mi amiga Carla Marìa, ante el espejo del baño, vì con horror,còmo mis senos, mi pecho en general, daba tirones hacia abajo, y ello me dolìa, de modo que yo estaba de nuevo desterrada y buscando por todo el maldito pueblo un lugar donde estar en paz. Recuerdo que recelaba de las antenas parabòlicas, no porque dependiera de ellas algo nefasto, pero desde casi el inicio del año, Dios me ha estado revelando que la electricidad es tan beneficiosa como dañina para el ser humano, y es dañina en forma imperceptible con los medios de comunicaciòn que se transforman en instrumentos de idiotismo en masa a travès de redes de radio y televisiòn, ademàs desde hacìa meses yo supe que los campos de fuerza elèctricas,inciden sobre una persona que està parada cerca o en el radio de ellos, produciendole el estress,claro que mi situaciòn era màs que delicada,porque siendo considerada una enferma mental,y no pudiendo demostrar en la fìsica lo que yo sabìa,no tenìa modo de ser creìda y sì de ser metida en el siquiàtrico una vez màs.En el edificio donde vivo,el ruido por momentos llega a ser insoportable,los niños se alteran y lloran y asì sucede con muchos puntos de Càrdenas, sobre todo allì donde hay antenas parabòlicas.De modo que salì a buscar un lugar de paz por las calles ,fui hasta el Zoològico, y en realidad al lado de estos infelices animales tampoco logrè paz.De noche dormìamos de puro milagro,mi madre tambièn estuvo perturbada y ya la idea de llevarme para el hospital madurò en ella.

Recuerdo que el dìa 19 busquè objetos que me parecieran como focos magnèticos y digo focos porque la corriente, allì donde habìa zoques, tiraba de mi cruelmente, tan es asì que el propio esposo de Niurka lo notò pues estuve en su casa a leerle algunas cosas, y me dijo,es verdad que te hala.

Fueron momentos muy duros. En la noche del dìa 19 despuès de haber intentado botar el regalo de cumpleaños, de haber partido la llave de mi casa, no sòlo porque estos objetos por ser mìos estaban tolamente magnetizados o electrizados, botè otros objetos que mi madre recogiò, en el vecindario se formò el comentario de mi nueva crisis, una vecina intentò disuadirme de que la visitara para hablar con ella, mi madre estaba muy alterada, yo habìa desechado las sandalias bonitas, la cartera, toda mi documentaciòn, un desodorante y un làpiz labial,amèn de los cosmèticos que me habìan regalado, tambièn lo hice porque nada tengo de este mundo. Ya mi madre entrò en desesperaciòn y el dìa 20 me dijo que necesitaba que yo estuviera en casa al mediodìa, y cuando lleguè a almorzar sin ninguna alteraciòn, tres policìas vinieron a buscarme detenida, porque decìan que habìa un robo con fuerza y yo estaba involucrada.

Convers‚ con ellos algo con la angustia en el pecho de que me pondrìan presa, y tras una resistencia pasiva, fuì con ellos, uno de esos me dijo, ayer temblò la tierra en Santiago, pero es una casualidad, le digo si èl no sentìa la tierra ondular bajo sus pies, me dijo que no. Yo lo sentìa. El resto fue una inyecciòn en el dispensario siquiàtrico y encerrarme con cuatro prostitutas en un cuarto desde la una de la tarde hasta las siete de la noche, en que me dieron convulsiones producto del medicamento aunque tardìas, pues nunca antes yo habìa tenido tal fenòmeno. Si recuerdo que el domingo yo habìa ido a la Iglesia metodista,y ellos rezaron porque el diablo se fuera de mi, pues vieron mis làgrimas y el modo en que aquel magentismo diabòlico tiraba de mi. A las ocho de la noche me sacaron convulsionando del encierro, mi madre estaba deshecha como yo, y me ingresaron en Guanàbana por segunda vez en el año 94, el fin de año serìa una odisea, pero ahora voy a callar.